En 1986 tuvo lugar en Chernóbil el mayor accidente nuclear de la historia. Décadas después, Chernóbil vuelve a estar tristemente de actualidad a consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Chernóbil fue uno de los primeros objetivos de las tropas atacantes. Posteriormente, fue atacada otra central nuclear ucraniana, la de Zaporiyia.

El control del suministro energético, la toma o la destrucción de infraestructuras vitales de producción y transporte de energía, forma parte de la estrategia rusa en Ucrania, pero puede generalizarse a otros lugares y conflictos, pasados, presentes o futuros. Resulta especialmente atemorizador el caso del uso civil y militar irresponsable de la energía atómica, cuyos isótopos depositados en los estratos geológicos se asocian frecuentemente con el inicio del Antropoceno.

El empleo de la energía atómica con fines militares viene de lejos: ya desde 1945 con el lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, y todo el transcurso de la Guerra Fría, así como los conflictos que surgen periódicamente con países que pretenden desarrollar un arsenal nuclear propio.

La guerra en el Antropoceno significa principalmente dos cosas: por un lado, enfrentamientos armados que se producen por impactos antropocénicos negativos y, por el otro, conflictos cuyos efectos pueden llevar a traspasar “límites planetarios” cruciales de los que depende la vida en el planeta.

El cambio climático y otros desastres ambientales del Antropoceno no producen conflictos armados de manera instantánea, pero es evidente que los propician o “amplifican”. La escasez del suministro energético es un riesgo que se suma al de la escasez de los recursos hídricos, la lucha por tierras para sembrados, los fenómenos metereológicos adversos, la contaminación, la pérdida de biodiversidad y un largo etcétera de problemas asociados al Antropoceno. Uno de los más preocupantes es, indudablemente, el del uso militar de la energía atómica.

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Referencia citada: Jean-Michel Valantin, Nuclear Battelefields in Ukraine – Anthropocene Wars (2), 25 abril, 2022.