El informe se titula GEO 6, en castellano: Perspectivas del medio ambiente mundial, y se dio a conocer el miércoles 13 de marzo (2019) en la Cuarta Asamblea General de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada en Nairobi (Kenia).
Se trata del sexto informe que se presenta (el primero es de 1997). Este año se centran en destacar algo que ya debería ser evidente para todos: que la salud de las personas depende de la salud del planeta. Una Tierra enferma por causa de nuestras acciones a su vez va a afectar a la salud de sus habitantes, humanos o no humanos. Asimismo, resulta evidente que la salud es algo que nos preocupa a todos. Pues bien, muchas personas no acaban de establecer esa conexión entre la salud planetaria y la humana hasta el punto de hacerles cambiar sus hábitos de vida para revertir la tendencia actual.
La degradación del medio ambiente, que va de grave a irreversible, ha tenido repercusiones indeseadas en la salud humana. La contaminación atmosférica ha constituido el mayor impacto negativo, seguido de la degradación del agua, la biodiversidad, los océanos y el medio ambiente terrestre. Así, las infecciones microbianas combinadas con la resistencia a los antibióticos podrían convertirse en una de las principales causas de muerte en 2050 debido, entre otros factores, a la contaminación del agua. Igualmente, los interruptores endocrinos alterarán la fertilidad masculina y femenina, así como el desarrollo neurológico infantil.
Con todo, lo que resulta más desalentador del informe es que, como sus mismos autores puntualizan, la situación medioambiental general no solo no ha mejorado desde la fecha del primer informe (excepto en algunos aspectos), sino que está empeorando. Hay, eso sí, una diferencia sustancial entre ambos informes: Ahora poseemos muchos más conocimientos, y más precisos, sobre la situación que en 1997. El nuevo informe está repleto de datos estadísticos, tablas y figuras que así lo demuestran.
Los 250 expertos de más de 70 países que han colaborado en la redacción del informe afirman, entre otras cosas:
Aire y cambio climático: los aumentos de la temperatura de la superficie polar duplican el aumento de la temperatura media global, lo que ocasiona efectos en cascada; la contaminación del aire ocasiona entre 6 y 7 millones de muertes prematuras cada año. Respecto al cambio climático, para contar con buenas probabilidades de permanecer muy por debajo de un aumento de la temperatura de 2 grados Celsius, las emisiones deben disminuir entre un 40 % y un 70 % en todo el mundo entre 2010 y 2050.
Diversidad biológica: entre 1970 y 2014, la abundancia de las poblaciones mundiales de especies de vertebrados se redujo en promedio en un 60 %. De cada 14 hábitats terrestres, 10 han experimentado un descenso en la productividad de la vegetación. Menos del 15 % de los hábitats terrestres, incluidas las aguas interiores, y menos del 16 % de las zonas costeras y marinas dentro de las jurisdicciones nacionales son zonas protegidas. El 42 % de los invertebrados terrestres, el 34 % de los invertebrados de agua dulce y el 25 % de los invertebrados marinos están en riesgo de extinción.
Océanos y costas: los vertidos de basura plástica marina ascienden a aproximadamente 8 millones de toneladas anuales. Los arrecifes de coral se están decolorando masivamente.
Tierra y suelo: la producción ganadera emplea el 77 % de las tierras agrícolas para la producción de piensos, el aprovechamiento de pastizales y el pastoreo. El 33 % de los alimentos se pierde o desperdicia. Las tierras en mayor peligro de degradación abarcan aproximadamente el 29 % de las tierras de todo el mundo, donde habitan 3.200 millones de personas. Las aglomeraciones urbanas han crecido por un factor de 2,5 desde 1975.
Agua dulce: cada año mueren cerca de 1,4 millones de personas por enfermedades prevenibles, como la diarrea y otras causadas por parásitos intestinales, asociadas al agua potable contaminada por agentes patógenos y a un saneamiento inadecuado.
En el informe se indica que el número de personas afectadas por los desastres ambientales es cada vez mayor debido a los efectos combinados de factores múltiples e interrelacionados, como son el cambio climático, la degradación ambiental, la pobreza y la desigualdad social, el cambio demográfico, la urbanización no planificada, el uso no sostenible de los recursos naturales, los mecanismos institucionales débiles, etc. Además, se recuerda una vez más que los riesgos para toda la sociedad vinculados a la degradación ambiental y los efectos del cambio climático “suelen ser mayores para las personas en situación de desventaja, sobre todo para las mujeres y los niños de los países en desarrollo”.
No todo lo recogido en el informe es negativo, pero las mejoras son lentas e insuficientes: “Se prevén mejoras en la lucha contra el hambre en el mundo y en el acceso al agua potable, a un saneamiento adecuado y a servicios energéticos modernos, pero persiste una considerable desigualdad en el acceso a esas mejoras, y no se prevé que se materialicen con la rapidez suficiente para que muchos países puedan alcanzar las correspondientes metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.” Si las previsiones se cumplen, la mortalidad infantil disminuirá a escala mundial, pero no lo suficiente como para que numerosos países alcancen la meta correspondiente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular en el África Subsahariana.
En conclusión, el mundo no está en camino de cumplir los objetivos de desarrollo sostenible ni para 2030 ni para 2050, las dos fechas que más a menudo se barajan. Gracias a este tipo de informes, las nuevas fuentes de datos y las cuantiosísimas investigaciones de organismos públicos y privados, en los últimos años se ha producido un incremento incesante de conocimientos, de modo que, a pesar de las lagunas todavía existentes, disponemos de una panorámica detallada del estado ecosocial del mundo. Entonces ¿por qué no se toman las medidas en profundidad que se requieren? Según los responsables del informe, “lo que falta actualmente es la voluntad para implementar políticas y tecnologías a una velocidad y una escala suficientes.”
Por si el tono del informe no fuera ya de por sí suficientemente preocupante, la cumbre medioambiental de la ONU terminó con unos acuerdos muy limitados: frenar la contaminación marina por plásticos y microplásticos, cuya entrada en vigor se demora nada menos que hasta 2030. Además, el acuerdo es provisional y está pendiente de firma. Por otro lado, en la cumbre, clausurada el viernes 15 de marzo, no se alcanzó ningún acuerdo sobre el grave problema de la deforestación. Una vez más, las buenas palabras y grandilocuentes declaraciones no se traducen en los resultados esperados. Mientras, los adolescentes y jóvenes inspirados por la activista sueca de 16 años Greta Thunberg, hacían huelga y se manifestaban reclamando medidas urgentes para en defensa del clima.
Referencia citada: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2019), Perspectivas del Medio Ambiente Mundial, GEO 6: Planeta sano, personas sanas, Nairobi.