José Manuel de Cózar, Universidad de La Laguna
jcozar@ull.es

(Reflexiones inspiradas en el artículo de la revista Verdict, 19 oct. 2023, no consta la autoría: The adoption of AI and rewilding will lead to the end of the Anthropocene
https://www.verdict.co.uk/the-adoption-of-ai-and-rewilding-will-lead-to-the-end-of-the-anthropocene/?cf-view)

(Palabras clave: obsolescencia, Inteligencia Artificial, renaturalización, Antropoceno, extinción)

La adopción de la Inteligencia artificial y de la renaturalización conducirá al final del Antropoceno.

El razonamiento que sostiene esa afirmación es el siguiente: el Antropoceno es la época del ser humano. Dicha época se caracteriza por la actividad humana, tanto intensiva como extensiva, que ocasiona un enorme impacto en todas las escalas. Ahora bien, supongamos que en algún momento el ser humano se torna irrelevante, “obsoleto” (como ya preveía el filósofo alemán Günther Anders hace muchas décadas), o que incluso se extinga. Entonces el Antropoceno, por definición, se acabaría, si bien algunos de sus efectos sobre las dinámicas planetarias podrían persistir durante un tiempo más o menos dilatado.

¿Qué factores pueden conducir a la obsolescencia humana?
Dos candidatas plausibles serían la inteligencia artificial (IA) y la renaturalización (o “rewilding” en inglés). Aparentemente, IA y renaturalización poseen poco en común. La IA es la capacidad de la tecnología de imitar la inteligencia humana, con todo lo que ello conlleva: razonamiento, percepción, aprendizaje, capacidad de resolver problemas y de tomar decisiones, incluso realización de actividades creativas. La IA está desarrollándose con enorme rapidez y posee una capacidad transformadora del mundo económico y social que solo ahora, a pesar de algunas advertencias previas, estamos comenzando a intuir y, cada vez más, a temer. Por contraste, la renaturalización persigue “liberar” los espacios naturales de la interferencia humana. O bien: que dicha intervención se produzca solo con el objetivo de tornar más salvajes los espacios degradados por incontables siglos y hasta milenios de intervención humana. Los proyectos de renaturalización van extendiéndose por todo el globo, a medida que vamos tomando conciencia del daño que estamos causando a los ecosistemas. Muchos recomiendan incluso embarcarnos en un proceso de ”rewilding” mental, hacernos más salvajes, en el sentido de reconectarnos con una realidad natural que hemos ignorado o destruido.

Dicho de una manera muy simplificada (y veremos enseguida que en parte errónea), la IA se ocupa de “artificializar” los procesos mentales humanos y sus diferentes esferas de actividad, mientras que la renaturalización busca volver más naturales los entornos que han sido hechos artificiales. Sin embargo, aunque parecen ir en direcciones opuestas, IA y renaturalización están más interconectadas de lo que aparentan y de hecho pueden ayudarse mutuamente. Por ejemplo, a medida que la reforestación avance, la renaturalización ayudará –o eso esperamos– a la descarbonización de los sistemas de IA. Contrarrestará las emisiones de gases debidas a los centros de datos que procesan los cálculos relativos a la IA, centros masivos que no harán sino aumentar a medida que lo hagan las exigencias de energía, computación y almacenamiento requeridos por la IA.

A su vez, la IA puede ser de gran ayuda a la hora de cumplir los objetivos de la renaturalización, con algoritmos que modelen y prevean las dinámicas necesarias para restaurar eficazmente espacios degradados, incrementar la biodiversidad, reintroducir especies, mejorar las capacidades funcionales de los ecosistemas, etc. En otras palabras, la IA probablemente mejore las estrategias de optimización de los programas de rewilding. A su vez, a medida que dichos programas vayan expandiéndose y recopilando una mayor cantidad de datos, la IA puede beneficiarse de ello, refinando sus conocimientos y aprendiendo cada vez más sobre las dinámicas naturales sin necesidad de intervención humana.

“Tanto la IA como el rewilding pueden aplicarse para apoyar el desarrollo del otro. La IA En el Parque Nacional de Kafue, en Zambia, se está utilizando la IA para instalar una valla digital de 19 km que impida a los cazadores furtivos entrar en el parque. En el futuro, la IA podría utilizarse en un mundo gamificado, cuyo objetivo sería salvar de la extinción al mayor número posible de especies. Tras unas cuantas rondas, los datos del juego podrán aplicarse a los del mundo real y ponerse en práctica con eficacia.”

Otra consecuencia de la renaturalización que puede ser beneficiosa en un mundo crecientemente digitalizado es la reducción del estrés. A medida que la IA se extienda, se supone que los seres humanos delegaremos en ella la toma de decisiones, lo cual debería reducir nuestro estrés, ya que nos descargaríamos de esa responsabilidad. Ahora bien, en la práctica percibimos lo contrario. El estrés relacionado con el uso de internet, la aplicación de la IA al ámbito laboral (con el peligro de ser desplazado) y la inmersión en el ámbito de las redes sociales, a menudo frustrante, va aumentando debido a diferentes motivos. Uno de los remedios acreditados para reducir ese nivel de estrés y aumentar en general nuestra salud y bienestar, es el contacto regular con la naturaleza, en forma de paseos, senderismo, observación de animales, natación en mares y lagos, piragüismo, etc. Por consiguiente, la renaturalización, al expandir las zonas salvajes y acercarlas a las personas, puede facilitar ese beneficioso contacto con la naturaleza.

Una de las críticas contra algunos programas de renaturalización es que suponen una reducción de la superficie cultivable, disminuyendo así la cantidad de alimentos disponibles. En realidad, son múltiples las causas de esa reducción de los terrenos de cultivo agrícolas. Las amenazas a la seguridad alimentaria vienen de la mano de las plantaciones destinadas a biocombustibles, ganadería, usos residenciales, infraestructuras, etc. En todo caso, la IA podría mejorar la producción alimentaria en superficies menores de las habitualmente destinadas a los monocultivos y contribuir así a la obtención de más y mejores cosechas.

En resumen, la IA y la renaturalización pueden ayudarse mutuamente. Pero retornando a la pregunta inicial, ¿hay algo más, y más profundo, en lo que ambas coincidan? Tal vez. No en vano, tanto la IA como el rewilding presuponen que todo funciona mejor cuando los humanos reducen su injerencia en los sistemas sociales y naturales o, sencillamente, dejan de intervenir. La IA tomará mejores decisiones que nosotros en todos los ámbitos de la existencia; el mundo natural, tras un empujón inicial en la dirección correcta, también sería capaz de ir regenerándose por sí mismo. Si todo esto fuera cierto, a medida que la IA y la renaturalización se vayan extendiendo por el mundo, la humanidad irá tornándose más y más obsoleta. Algunos movimientos filosóficos y sociales ya proponen la extinción humana (voluntaria) como una solución drástica pero eficaz que tal vez Gaia, la Madre Tierra, acaba llevando a cabo con o sin nuestra ayuda. Otros ven con preocupación los avances de la IA, hasta un punto en el que decida finalmente prescindir no solo de nuestro trabajo, sino de nuestra especie, como algo inútil. En ambos casos, estaríamos abocados a una obsolescencia provocada por nuestra propia praxis, y, eventualmente, a la extinción, consecuencia asimismo de nuestras acciones y decisiones. En el mejor de los casos, asumiendo nuestro carácter obsoleto, los seres humanos podríamos dejar de preocuparnos y de trabajar, contemplando cómo la naturaleza, revirtiendo la dinámica de pérdida de biodiversidad y de extinción causada por nuestra especie, recobra su pasada salud, vida y esplendor. En el peor de los casos, se abre ante nosotros el sombrío paisaje (menos para los extincionistas, claro) del fin de Homo sapiens.

Ante tales perspectivas, no resulta sorprendente que las visiones ligadas al desarrollo de la IA y de la renaturalización se enfrenten a una fuerte desconfianza por una parte de la opinión pública. ¿Quién quiere que un robot, con suavidad pero con firmeza, nos aparte a un lado? ¿Quién quiere que vuelvan los lobos para devorar a nuestras ovejas? (De hecho ya lo hacen, con la aprobación de algunos.) En todo caso, podemos estar encaminándonos hacia un mundo no humano, el mundo de las fuerzas de la automatización y de las fuerzas naturales. Estaríamos asistiendo, probablemente, al ocaso de la época del ser humano. Llegaría el fin del Antropoceno.

Imagen: GDJ en Pixabay